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Artículo escrito por Victor Alonso Garay Parra, de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia. Fecha de elaboración: 15 de marzo de 2019. Fecha de publicación: 4 de diciembre de 2019.
Resumen
En este artículo, se busca establecer una relación entre el concepto de dolor como fenómeno transversal a la humanidad, y su adaptación en la sociedad occidental contemporánea como lugar de lucha para los dispositivos de control de la medicina y la industria farmacéutica. Se toman como objetos de análisis algunas pautas publicitarias sobre la venta de medicamentos de circulación libre. A partir del análisis, se pretende develar algunas de las estrategias que utiliza la publicidad para nombrar, valorizar y combatir el padecimiento del dolor humano.
Introducción
Dolor de estómago, dolor de cabeza, dolor de espalda, dolor de huesos, dolor de garganta, dolor de los músculos, dolor de piernas, dolor de pies, dolores y más dolores. Dolores que solo yo soporto, dolores insoportables, dolores incomunicables, no compartidos, dolores que me atrofian y no me dejan seguir; una maldición sobre mi cuerpo, un cuerpo que quiero, sea perfecto. Dónde estarán las respuestas sobre lo que padezco, necesito soluciones rápidas y efectivas. El dolor es un factor inmanente de la experiencia corporal del hombre, castigo de la vida, contracara del placer. Este dolor ha sido una preocupación en todas las formas de vida social, aqueja a los individuos, pone en peligro sus modos de vida y diezma sus capacidades.
Ubicándonos en la dimensión cultural y social del hombre occidental ¿Cómo se ha manifestado? ¿Qué matices ha alcanzado? ¿Cuáles han sido los esfuerzos por combatirlo, disminuirlo o erradicarlo? ¿Sobre qué preocupaciones se inscribe? ¿Qué instituciones, segmentos, saberes, conductas, se han ocupado del mismo? El dolor asimilado desde una perspectiva cultural no ha sido estático, se ha modificado en cuanto a su entendimiento, sentido, importancia y por supuesto, también en su tratamiento.
La intención del presente ensayo es analizar el dolor que se muestra en medios masivos de comunicación y cómo esta construcción de sentido repercute en la manera en que los individuos reflexionan y a su vez se comportan en relación a la dolencia corporal. A través del análisis visual de la publicidad de medicamentos, se pretende identificar elementos que contribuyen a la configuración de mecanismos de control y de gobierno a escala macrosocial o poblacional y que tienen efectos en las modalidades de construcción de subjetividad referidas a la salud, el desempeño y la felicidad.
Dolor y biopoder
Para este propósito, debemos reflexionar sobre la base de un concepto móvil y dinámico del dolor, que no solamente exprese sus determinaciones fisiológicas, sino que se mueve en relación las construcciones sociales y culturales que le rodean. Para Le Bretón, el dolor es una experiencia humana que está más allá de componentes de carácter físico, y que abarca una gran cantidad de posibilidades de sentido. Primero que todo, el dolor hace parte de los mecanismos corporales del hombre para protegerle de incontables amenazas: males crónicos; mecanismo ambivalente, pues previene pero mortifica a la vez. Pero, el dolor, si bien es un factor extensivo a toda la vida humana, es experimentado a escala individual en cuerpos individuales; el dolor no se puede separar de las asignaciones de sentido subjetivos que cada persona le da. Encarna pues un cuestionamiento moral y ético sobre la historia de vida de cada sujeto: una conciencia del dolor.
La presencia del dolor en la vida abate al individuo, lo desgarra con cierta violencia y sufrimiento, rompe sus lazos con el mundo y su capacidad de domesticarlo. La vida con dolor, rememora la pesada carga del cuerpo y de sus debilidades, mientras que en una vida de “salud plena” el cuerpo se muestra como invisible, liviano, y posibilita el desenvolvimiento de todas las capacidades, gustos, deseos del individuo.
Ciertos complejos (por el dolor físico) provocan en el individuo la impresión de su indignidad física en relación con los otros (y con el mundo); la fatiga, el esfuerzo, una herida, a veces la disparidad entre una voluntad de acción y la imposibilidad de cumplirla (Le Bretón, 1999, p. 24).
El dolor que imposibilita, el dolor que debilita, el dolor que mortifica, rompe la cotidianidad de las relaciones sociales del individuo y su relación directa con el mundo, en últimas, se puede convertir en un destructor del sentimiento de identidad. En tanto somos cuerpo-capacidad, el dolor rompe esta evidente relación y resquebraja lo que se es como sujeto, e induce a la despersonalización.
La aparición del dolor es una amenaza temible para el sentimiento de identidad (…) bajo los golpes del dolor, durante el transcurso de un tiempo que desgasta con lentitud la resistencia, invoca la imagen, a menudo rememorada por los enfermos, de una entidad extraña que desmantela al hombre desde el interior (Le Bretón. 1999, p. 26).
Otra clasificación valiosa de los que hace Le Bretón son las formas de dolor; el dolor en cuanto a experiencia individual y biológica varía en intensidad y en extensión temporal. De acuerdo a lo anterior, Le Bretón clasifica el dolor como: dolores agudos (dolores transitorios y circunstanciales) dolores crónicos (dolores como síntoma de enfermedad y que son grandes obstáculos para la existencia) y dolores totales (los cuales inundan todo el horizonte de existencia, solo se vive a través del dolor) Los dolores agudos presentan gran importancia porque son mucho más frecuentes y son objeto de prevención tanto por el individuo, como por las instituciones y saberes médicos; sobre estos, trataré más adelante.
Pero ¿por qué y para qué el dolor se convirtió en un objetivo de previsión y prevención? ¿Qué peligros se pretenden conjurar en todos los esfuerzos por neutralizar el dolor? ¿Cómo se atiende a factores que diezman la capacidad de los sujetos? ¿En qué marco de saber-poder se inscribe el tratamiento del dolor? Según Le Bretón el dolor en la modernidad es un factor despreciable, desdeñable, digno de erradicar; cada sociedad que no pretenda eliminarle se manifiesta incivilizada.
Para entender cómo el dolor se convierte en un objeto privilegiado de las formas de gobierno contemporáneo, es necesario traer a consideración algunos conceptos de la teoría foucaultiana sobre el poder. Foucault analiza las formas de ejercicio de poder utilizando el método genealógico, el cual comprende la forma y no la esencia del poder. Analiza que técnicas, tecnologías, modos de hacer y de decir, se ponen en práctica en el ejercicio del gobierno de la conducta de los individuos en la historia de occidente. Las distintas formas de poder no se substituyen unas por otras, sino que se superponen y se refuerzan; en una sociedad dada, se pueden encontrar distintos ensamblajes de formas de poder (pastoral, soberano, disciplina, seguridad, liberal).
El dispositivo de la seguridad es una forma del poder nacida a finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, que viene a relevar algunos vacíos de la forma hegemónica de poder de siglos precedentes: la disciplina. Mientras que la disciplina es una anatomopolítica del cuerpo en lo que tiene de individual -con el propósito de maximizar su utilidad y que depende de una vigilancia y un encierro constante-, la tecnología de poder de la seguridad actúa en una escala global, se ejerce sobre una serie de individuos, o población, con el propósito de prever cualquier acción posible y analizar la sociedad y su funcionamiento en términos de costo-beneficio. Al respecto del dispositivo de seguridad, Foucault trae un ejemplo para mostrar como actúa dicho dispositivo:
Dispositivo de seguridad que, para decir las cosas de manera es absolutamente global, va a insertar el fenómeno en cuestión, a saber, el robo, dentro de una serie de acontecimientos probables. Segundo, las reacciones del poder frente a ese fenómeno se incorporarán a un cálculo~ que es un cálculo de costos. Y tercero y último, en lugar de establecer una división binaria entre lo permitido y lo vedado, se fijarán por una parte una media considerada como óptima y, por otra límites delo aceptable, más allá de los cuales ya no habrá que pasar (Foucault, 2006, P. 21).
Los dispositivos de seguridad nacen en la necesidad de adaptar a la sociedad a un funcionamiento óptimo que permita el desarrollo del capitalismo occidental y la sociedad de trabajo-producción. La disciplina alcanza sus límites de progreso lineal, más no ascendente, y es necesaria la puesta en marcha de estrategias de gobierno que permitan la libre circulación de las mercancías y del trabajo, la ordenación estratégica del espacio (en el caso de las ciudades industriales) y el control de series de individuos funcionales a la creciente industrialización (Foucault. 2006).
El objetivo de esta nueva técnica de poder no es ya el cuerpo individual, sino que es la población, una masa informe, tendiente al crecimiento, que se necesita sea funcional a los propósitos del capitalismo. Las determinaciones de la población son azarosas y multicausales. Sus movimientos, su crecimiento, su organización, no son capturables en su esencia; el dispositivo de seguridad, tratara sin embargo de, prever dichas determinaciones, de hacer un cálculo apriorístico e insertarse en las capas donde la vigilancia de la disciplina no ha llegado.
¿Cómo logra esta nueva técnica de poder, ejercerse sobre un fenómeno tan móvil y azaroso como lo es la población? En su estudio del poder, Foucault lanza la categoría del biopoder. El biopoder es un método nacido relativamente hace poco tiempo, en el siglo XIX. Se ejecuta sobre el hombre-especie, sobre el hombre en tanto sus componentes biológicos, como ser viviente. Entre las determinaciones no estáticas de la población, se encuentra en primera instancia: la natalidad, la morbilidad, objeto de los primeros estudios demográficos.
La nueva tecnología introducida está destinada a la multiplicidad de los hombres, pero no en cuanto se resumen en cuerpos sino en la medida en que forma, al contrario, una masa global, afectada por procesos de conjunto que son propios de la vida, como el nacimiento, la muerte, la producción, la enfermedad, etcétera. Por lo tanto, tras un primer ejercicio del poder sobre el cuerpo que se produce en el modo de la individualización, tenemos un segundo ejercicio que no es individualizador sino masificador, por decirlo así, que no se dirige al hombre/cuerpo sino al hombre-especie (Foucault, 2000, p. 220).
El propósito del biopoder es defender la sociedad ante cualquier crisis, peligro, caso, que afecte el funcionamiento óptimo de una sociedad. Su lema definido por Foucault es: hacer vivir, dejar morir. No se despliega directamente provocando la muerte del extraño, el peligroso, el loco, enfermo, sino que trabaja a partir de los elementos biológicos de la del hombre-especie, y por otro lado, abandona a la muerte a cualquier individuo, o serie de individuos que no se enmarquen dentro de este funcionamiento social optimo.
Un ejemplo del ejercicio del biopoder, en tanto acciones indirectas (pues ya no utiliza el sacrificio público como ceremonia conjuradora del poder, es decir, que ya no actúa sobre el ejercicio directo de hacer morir) sobre las determinaciones biológicas de la población es la higiene pública. La higiene pública, es toda una campaña por parte de la sociedad de seguridad-control sobre todas las enfermedades que afectan una población: naturaleza, forma, extensión, duración, intensidad, de dichas enfermedades. Esta formaliza un saber experto (medicina), organiza las coordinaciones entre instituciones de cuidados médicos, normaliza un saber sobre los estados de salud-enfermedad que deberían ser óptimos.
Pero ¿Por qué la enfermedad o el dolor es objeto privilegiado del biopoder y de los dispositivos de seguridad y de control?: porque son peligrosas en la medida en que disminuyen las dimensiones vitales de los individuos, ralentiza el trabajo, disminuye su fuerza productiva.
Enfermedades más o menos difíciles de extirpar y que no se consideran, como las epidemias, en concepto de causas de muerte más frecuente sino como factores permanentes -y así se las trata- de sustracción de fuerzas, disminución del tiempo de trabajo, reducción de las energías, costos económicos, tanto por lo que deja de producirse como por los cuidados que pueden requerir. En suma, la enfermedad como fenómeno de población: ya no como la muerte que se abate brutalmente sobre la vida —la epidemia— sino como la muerte permanente, que se desliza en la vida, la carcome constantemente, la disminuye y la debilita (Foucault, 2000, p. 221).
Este hacer vivir del Biopoder no permite cualquier tipo de vida, ejerce controles sobre la vida misma, privilegia los modos de vida que son funcionales a la sociedad capitalista del trabajo y la producción, abandona a la muerte a aquellos a quienes no entran en el juego de la normalización del comportamiento y de la vida misma. No deja vivir en sentido abstracto, sino que condiciona el modo en cómo se vive.
A este respecto, la medicalización funciona como articulación entre la triada saber- poder-sujeto en el ejercicio de control de la enfermedad, y en este caso de los dolores. La medicalización es un proceso por el cual, se adentra al individuo en el terreno del saber experto de la medicina, y se le conduce a aceptar un conocimiento profesional sobre la enfermedad, así como las formas comprobadas científicamente para todo tratamiento. (Foucault. HDM) La medicalización social hace parte de las estrategias de Biopoder de control de la enfermedad, tanto en el cuerpo individual (anatomopolítica) como en la población, en lo que estas tienen de global (Biopolítica)
La medicación, es apenas una de las técnicas de control de la medicalización, (no es la única: vacunación, diagnósticos, instituciones médicas, prevención, pedagogía sobre la salud) Esta actúa por medio medicamentos de uso externo o interno sobre el sujeto en tanto corporalidad; actúa en escala individual, pero su constitución, y la manera en cómo se fabrican, se venden y se recetan, hacen parte de una estrategia de control sobre el hombre- especie. Es por esto, que nace el interés por la manera en cómo se venden los medicamentos en medios publicitarios y qué efectos tiene dicha publicidad en la construcción de subjetividades en relación a la tensión salud-enfermedad.
Estrategia de análisis de la publicidad de medicamentos para el dolor
Para evidenciar los cuestionamientos antes planteados sobre el dolor se realiza un análisis en torno a piezas publicitarias, haciendo énfasis en elementos de tipo lingüístico, simbólico y social. Estos ámbitos permiten evidenciar, por un lado, elementos como la estructura narrativa, que contiene categorías de análisis como: estilos de vida: Hace referencia a la visión de la vida que proyecta cada comercial, en cuanto a si es una vida productiva, una vida tendiente al ocio, al amor, a la familia y sobre todo el concepto de felicidad que enmarcan estos comerciales; permite evidenciar el contexto y los medios de poder inmersos, es decir, permite ver a qué tipo de personas se muestra y a qué otro tipo se excluye, sobreponiendo lo funcional y productivo sobre lo no funcional o desechable. Por otra parte, también se puede evidenciar el elemento de los Símbolos: Estos atañen a aspectos de tipo visual que pueden ser concernientes a la figura de los arquetipos formulada por Carl Jung, que dejan entrever percepciones y estructuras dadas a través de los años y que logran tener un carácter colectivo que posibilita el entendimiento de un símbolo por parte de un grupo social extenso. Estos símbolos permean el subconsciente de las personas para enviar un mensaje. Por otra parte se encuentra dentro de los elementos para analizar más enfocado hacia la parte social es la de saberes expertos: Este elemento permite observar dentro de los comerciales cuáles son los saberes de tipo experto que le dan credibilidad y poder al mensaje, es decir, deja entrever que tipo de factores referentes a la salud aparecen, como por ejemplo, la figura del médico dando explicación del funcionamiento del medicamento en el organismo, el logo y nombre del laboratorio al cual pertenece, etc.
Publicidad de medicamentos para dolores agudos
Para este análisis, fueron escogidos comerciales de reconocidas marcas de medicamentos, tales como: Dolex, Noraver, Buscapina. Estos medicamentos de acción rápida, se dirigen directamente a la disminución del dolor, dolores relativamente comunes y muy extendidos dentro de la sociedad: dolores de cabeza, espalda, garganta, estómago, etc… Al ser tan frecuentes estos dolores, los medicamentos son de alta rotación en cuanto a su fabricación, distribución y consumo en todo el país. La duración de estos espacios publicitarios es corta, pero de gran densidad en su contenido visual y en los mensajes que expresan.
Un patrón que fue encontrado en todos los comerciales fue el de la prevención, prevención de sufrir este u otro dolor. Por medio del consumo de medicamentos en forma de pastillas o capsulas, el individuo está provisto de la herramienta química que le permitirá eliminar una multiplicidad de dolencias. ¿Pero solo por prevenir el dolor por el sufrimiento que este produce? No, se previene porque el dolor de garganta puede imposibilitar la vivencia plena de momentos destacados, importantes de la vida del doliente. Vemos en la publicidad de la marca Noraver, actores en situaciones cruciales de sus vidas: el momento de decir “sí, acepto” en el matrimonio, compartir tiempo con su familia en unas vacaciones, poder ligar con una mujer. El actante no puede realizar estas actividades, puesto que el dolor de garganta se lo impide. Vemos como aparecen prototipos de vida, que son a su vez modos de vida privilegiados por la publicidad en dos sentidos: identificarse con los modos de vida presupuestos, del espectador, o por otro lado crear un deseo en el espectador, de una vida plena y perfecta, solo si se utiliza dicha píldora. Vemos como aparecen símbolos que retoman la idea de familia, felicidad, amor, vida plena, como enganche para el convencimiento del consumo del producto.
Si bien estamos ante medicamentos que efectivamente se han comprobado como efectivos a la hora del tratamiento de dolores agudos, también estamos frente a la lógica de consumo, que busca que las personas compren medicamentos y las compañías productoras obtengan ganancias. Trabajan a través de la construcción de deseo, la seducción del espectador sobre los beneficios que la ingesta de Noraver puede acarrear, y la representación hacia el público, sobre los modos de vida que proporcionan felicidad.
Por otro lado la publicidad de Dolex es diferente en su modo de proceder en cuanto a los símbolos a los que apela para concretarse con el público. Es muy diciente el comercial de Dolex sobre Catalina Escobar. Una madre que pierde a su hijo en un accidente. Debido a dicho suceso, Catalina decide entregar su vida a la causa de ayudar adolecentes, madres a temprana edad, que no cuentan con los medios ni económicos ni educativos para “sacar a delante sus hijos”. Esta acción filantrópica de Catalina, le provoca dolores de todo tipo, cabeza, hombros, espalda, articulaciones. Debido a esto Catalina confía en Dolex para aliviar sus dolores. El comercial termina con la frase: “por ellas, mi dolor vale la pena”.
Vemos con claridad como la estrategia de medicalización por medio de la publicidad de medicinas, muestra vidas honorificas, heroicas, importantes, que ayudan a los demás, y se encuentran al servicio de causas sociales; son ejemplos-ejemplificantes, que llaman la atención sobre la importancia de la vida del espectador y llaman a reflexión de sí el mismo está realizando de alguna manera el “bien” para consigo mismo y los demás. La política de hacer vivir, no permite que cualquier vida sobreviva, solo aquellas que cumplen con una adecuada responsabilidad de sus deberes sociales y contribuyen al funcionamiento óptimo de una comunidad. Por esto, no se muestra el dolor del habitante de calle, del ladrón, del pillo, del desocupado, del drogadicto. Utilizan ejemplos de personas éticamente correctas y dejan por fuera cualquier marginalidad: el desecho, lo inservible, lo no funcional.
La publicidad de Buscapina atañe a dolores en situaciones más cotidianas: el cuidado de niños, el trabajo, el estudio. El dolor que se produce en el estómago, impide que la persona cumpla a cabalidad con las tareas de las que es responsable. Le hace más propenso a la debilidad, y a su capacidad de competitividad en referencia los otros. Es por eso que Buscapina, intenta aliviar toda barrera, todo impedimento del pleno desenvolvimiento de individuo en su relación con los otros y con el mundo. Se puede registrar cómo este medicamento trata de reestablecer todo padecimiento que disminuya la vida y su capacidad productiva. Es importante como en cuanto a la dramatización de los actores, se ve un cambio en la salud casi instantáneo, posterior a la toma de los medicamentos, sus gestos cambian, se mejoran, expresan felicidad, el gesto corporal se restituye, el brillo en sus ojos reaparece.
Uno de los mecanismos del ejercicio de la seguridad, en cuanto a prevención de todo peligro, es actuar de manera global sobre los deseos de la población. Al cabo de la repetición (ejemplificado por el bombardeo publicitario) nace el deseo de los individuos de alcanzar este u otro fin. Este deseo, al tener un carácter aparentemente individual y que aparece como ilusión de libertad, en realidad tiene un factor pre-fabricado, sobre el cual la sociedad de seguridad y de control insiste, en tratar que el individuo interiorice un deseo, que adquiere la apariencia de ser propio, pero que cumple con las necesidades de la forma de gobierno hegemónica. Todos “queremos ser felices” pero no vale cualquier felicidad, vale aquella que utilizan los medios, técnicas, medidas y acciones que la sociedad de control a avalado como correctas, que trazan los límites del comportamiento.
Los medicamentos antes mencionados, previenen a los sujetos de la enfermedad o del dolor crónico, es decir, de toda forma de dolor que ponga en peligro el sentimiento de identidad. En otros términos, previene de la desintegración del Yo. Los medicamentos de tipo analgésico (que curan dolores agudos) actúan inmediatamente antes de la posibilidad de un dolor crónico, taponan el sufrimiento y permiten que la identidad del Yo, no se resquebraje, al no poder cumplir con sus deseos y metas, o con sus esfuerzos por alcanzar la felicidad. Previene que la persona se ensimisme, pierda sus conexiones funcionales con los demás, afecte su “calidad de vida”, se aparte de la otredad debido a sus lamentaciones, se convierta en una carga para su familia y una carga para el sistema de salud.
Si la constitución de la identidad se basa en la capacidad de hacer, en una gama de posibilidades de libertad, el no poder hacer, pone el peligro la potencialidad de lo que se es o lo que se puede llegar a ser. Esto impone al sujeto que sea un vigilante constante de su propio cuerpo; ante cualquier movimiento o desajuste expresado en dolor, que ponga en peligro su identidad. El doliente debe actuar en el momento mismo en que se presentan los dolores agudos, o incluso antes, en la compra de medicamentos que pueden ser usados ante cualquier eventualidad.
Pero, la publicidad de medicamentos para dolores agudos ¿A quiénes muestra, y a quienes deja por fuera? ¿Qué estilos de vida privilegia y de cuales no se ocupa? Siempre se muestran personas jóvenes, en edad laboral, inmersos en relaciones familiares moralmente aceptables, que trabajan, estudian o ayudan a los demás. Como se dijo antes, no se muestra la marginalidad de ningún tipo. Privilegia aquellos estilos de vida que son conscientes de que deben trabajar, estudiar para después trabajar, o servir a la sociedad: que son funcionales y están dentro de los parámetros cualitativos y cuantitativos de la normalidad.
El último componente a señalar en el análisis de la publicidad, es lo que se puede insertar en la categoría de marcas de saber (Foucault. PP). El comercial, utiliza simulaciones computarizadas de como actúa la capsula en el cuerpo. Al entrar en contacto con el cuerpo, el medicamento opera de forma efectiva en el sitio mismo donde se provoca el dolor, desasiendo todas las posibles causas del padecimiento. Esta simulación gráfica, actua de manera visual en el consumidores, comprobando que efectivamente Dolex, Noraver, o Buscapina es lo que ellos precisan; son medicamentos especializados en tipologías distintas de dolor.
Los medicamentos siempre están respaldados por laboratorios especializados, formulas comprobadas, que no dejan nada al azar. Además, como cualquier producto de consumo masivo, tienen registros de sanidad que garantizan un uso reglamentado de los mismos. Esto contribuye a la creación de confianza del consumidor, acerca de la fiabilidad del producto, al ser avalado por instituciones profesionales en el saber médico y terapéutico. Las capsulas son, entonces, un producto medicamente marcado por un saber experto, pues utilizan procedimientos terapéuticos acreditados por un conocimiento científico y corroborados por la comunidad profesional en la salud.
Reflexiones finales
La medicación hacia los dolores agudos, es una estrategia de control sobre la población, que busca imprimir en el individuo la necesidad de medicarse asiduamente. Esta estrategia de medicación, es constante de baja intensidad, en la medida en que no apela a la vigilancia directa del médico, y fabrica individuos que son participes en el control sobre sus propias disfunciones de salud. Así mismo, está enmarcada en toda una campaña global de higiene pública, que busca la normalización de la salud de los individuos, en tanto les permita desempeñar idóneamente sus deberes sociales.
Es por lo anterior que la medicación se dirige a estilos de vida privilegiados, dentro de una sociedad que busca incrementar sus niveles de productividad, eficiencia y competitividad. Se dirige a estabilizar, o en su defecto, a recapturar aquellas formas-sujeto, funcionales a la sociedad de producción y consumo de productos.
Así mismo, la medicación utiliza estrategias de bombardeo publicitario, que buscan seducir al espectador apelando a formas de vida privilegiadas por el pensamiento positivo (que debe erradicar todo mal, entre ellos, el sufrimiento que acarrean los dolores) e imprime en los sujetos, deseos, así como muestra carencias, visibiliza angustias, en tanto anclaje para la venta de productos para la salud. Se puede entender la publicidad médica como discursos creadores de realidades, pues llama a vivir de determinadas maneras, y no otras. Además, basa su legitimidad en la confiabilidad emitida por saberes expertos sobre la salud.
Estas técnicas de poder, son accionadas por el mercado, lo cual habla de las afinidades en los medios, técnicas y fines, de distintos espacios de poder (el Estado, la medicina como institución de saber-verdad, el mercado de productos). En la medida en que la Biopolítica se basa en el control de las determinaciones biológicas de la especie, el dolor agudo es un sitio privilegiado del ejercicio de poder, donde confluyen muy variados flujos de fuerzas de control, a escala global o globalizante.
Se puede ver cómo, la estrategia dotadora de sentido de los dolores agudos, no se basa en dejar por fuera todas las determinaciones no fisiológicas del dolor, sino que se vale de estas, para catalogar a toda disfunción corporal como malignas. Todo dolor es desdeñable por que limita el alcance de la felicidad
Bibliografía
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