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Ensayo escrito en 2010 por Martina Bustos Moskovic para la materia Taller Multimedia, que dicto en la carrera Gestión de Medios y Entretenimiento, de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE, 2010).
1. Introducción
¿Es la televisión el agente socializador más influyente en nuestra actualidad mediática? Podemos afirmar que el estudio sobre el papel socializador del medio televisivo es desde ya muy complejo. Desde su llegada, la televisión parece haberse introducido en los hogares y ha ocupado cada día un lugar más importante. Se cuestiona su papel en cuanto a la difusión de la cultura y de los valores sobre los que ésta se sustenta. Nuestra hipótesis de trabajo es que la televisión transmite valores al telespectador, influyendo en sus actitudes y su cultura, y es especialmente el serial televisivo, el género más influyente –la ficción resulta más eficaz para influir que la no ficción-. Sin embargo, hay una serie de conceptos que hay que tener en cuenta para poder en definitiva afirmar con total certeza dicha proposición. Además, nos preguntamos si los valores transmitidos pueden ser considerados positivos o si son percibidos de manera negativa.
Siguiendo con nuestra investigación y contribuyendo con la hipótesis que hemos planteado, nos centraremos luego en la adolescencia. Definimos a la adolescencia como
“[…] una etapa de transición, de la infancia a la adultez, en la que tiene lugar una gran parte del desarrollo físico, psicológico y social, y que, por tanto, lejos de ser un mero intervalo temporal entre estas dos edades, constituye un proceso de recapitulación de toda la experiencia acumulada y de preparación para la vida adulta” (Montero Rivero, 2006: 33).
2. La televisión, transmisora de valores
Como dice Sánchez Noriega, “los medios tienen mucha importancia en la socialización de normas, valores y expectativas de conducta” (1997:149). Los medios, y especialmente el medio televisivo, están asumiendo un papel creciente como instrumentos socializadores en detrimento de los que comúnmente se denominan agentes tradicionales, como lo son la familia, la escuela y la Iglesia. “Los medios de masas audiovisuales e informáticos han sustituido a las instituciones que tradicionalmente habían llevado el peso del proceso socializador, instaurando nuevas formas de comunicación y de interpretación de la realidad” (Ferrés 2000: 40).
Los expertos atribuyen a la televisión una importancia considerable en la socialización de valores, normas, actitudes y opiniones. De todos modos, la televisión (TV) no es omnipotente sino que depende también de las mediaciones en torno al medio, de los grupos de pertenencia: tanto la televisión como la cultura constituyen un conjunto de mediaciones que se ponen en juego en la interacción entre la TV y la audiencia. La TV legitima y circula significados, los cuales son instruidos por otros agentes: es un medio técnico y además una institución social. Las autoras García Corona y Martín Ramos (1998) conciben que
“El peso educativo de la TV no puede atribuirse sólo al tiempo del visionado o al contexto vehiculado sino que fundamentalmente es la interacción entre el medio y el espectador en un contexto dado por lo que ejerce la acción más profunda. El verdadero mensaje de un medio viene dado por los cambios que éste produce en el entorno que se inserta, el medio es el mensaje” (1998: 44).
Centrándonos más precisamente en los valores y citando a Medrano, Cortés y Palacios (2009: 57), “[…] en el contexto americano algunos trabajos (Potter, 1990; Nelson, Dong y Tan, 1997) demuestran que la televisión transmite valores convencionales de la clase media americana: ser honrados, esforzarse por el trabajo, el bien que vence al mal, sentido del deber, etc., que representan a su sociedad y, a la vez, socializa a sus miembros.” No obstante, la televisión transmite también valores negativos, como actitudes egoístas, de excesiva violencia, simplificación o exageración de temas complejos como el medioambiental.
En otro orden de cosas, ciertos estudiosos consideran a la televisión como “un vehículo de información casi siempre inútil, dominado por intereses económicos y capaz de producir efectos negativos en el individuo, mucho más negativo si se trata de un niño” (Alberto Andrés, 1994). Se tiende a considerar negativamente a la televisión porque se dice que hace a la audiencia más pasiva.
2.1 El serial televisivo como transmisor de valores
Como explica Yolanda Montero Rivero en su libro Televisión, valores y adolescencia, “La televisión realiza esta función socializadora fundamentalmente mediante el entretenimiento – a través de los relatos-, pues la ficción puede ser mucho más eficaz que la no ficción a la hora de influir en las opiniones de la gente” (Montero Rivero, 2006: 21). Y concluye afirmando que el género de ficción con mayor capacidad de socialización es la telenovela. “[…] los seriales aluden a importantes sucesos de la actualidad en el mundo exterior, tratando de hacer coincidir ficción y realidad” (2006). El telespectador se identifica con los personajes.
“Se ha demostrado que los valores sociales encarnados por personajes de series de ficción televisiva, a veces, son transferidos a los telespectadores. Se han dado casos en los que un tema tratado en un serial televisivo ha conseguido mayores niveles de concientización social que las informaciones reales o las meditadas campañas de publicidad programadas al efecto.” (Montero Rivero, 2006: 23)
Aquí podemos citar como ejemplo la tira “Vidas Robadas”, que se emitió por Telefé durante los años 2008 y 2009, cuya historia se desarrolla en el marco del secuestro de mujeres por una red clandestina dedicada a la trata de personas para obligarlas a ejercer la prostitución. El programa logró concientizar a nivel masivo sobre el tema, lo cual no había sucedido hasta ese momento. Otro ejemplo es “TV por la identidad”, una serie de televisión integrada por unitarios, también emitida por Telefé, con el fin de crear en la sociedad conciencia sobre la situación de los niños que aún permanecen desaparecidos y privados de su identidad. Podemos destacar entonces que la TV no sólo entretiene sino que realiza también una socialización afectiva.
3. Adolescentes y televisión, la socialización
Seguimos con el desarrollo de nuestro trabajo y nos centramos ahora en la adolescencia, etapa en la que adquirimos valores y en la que determinamos nuestra identidad. Definimos identidad como el resultado de las interacciones con el entorno social, producto de las relaciones que cada individuo establece con otros individuos, instituciones o situaciones sociales. Los medios, y en especial la televisión, ocupan un papel no menor en la construcción de la identidad porque, como sostiene Montero Rivero (2006: 50), aludiendo a la consideración de McLuhan sobre los medios como extensiones del hombre durante la década de 1970, “desde que fueron inventados, [los medios] vienen acompañando y dando soporte al proceso de formación de la identidad, (…) y ofrecen patrones de comportamiento y de relación social mediante los que transmiten valores”.
Por otro lado, podemos afirmar que el adolescente es un ser en constante cambio y evolución, y que los valores también cambian de unas épocas a otras:
“(…) en nuestros días, la caída de la autoridad paterna, los nuevos roles sociales alcanzados por la madre, la disminución del tamaño de la familia, la enorme influencia de los medios de difusión social (radio, televisión, etcétera), junto con el crecimiento de las organizaciones y la burocratización de los contactos humanos, han cambiado el papel y los valores sociales dominantes de los adolescentes.” (Vicente, 1994: 276)
Los adolescentes usan los medios, y en especial la televisión, para entender la sociedad; buscan modelos con los que identificarse y extraen opiniones. Según Arnett (1995) y sobre la base de un conjunto de investigación empírica, los usos que los adolescentes hacen de los medios son: entretenimiento, formación de la identidad, experimentación de sensaciones, escapismo e identificación con la cultura adolescente. De esta manera, resulta razonable decir que los medios contribuyen a la socialización de los adolescentes, entendiéndola como “el proceso por el cual los individuos, en su interacción con otros, desarrollan las maneras de pensar, sentir y actuar que son esenciales para su participación eficaz en la sociedad” (Vander Zanden, 1986: 126). El adolescente no es un ser pasivo ante la televisión, como se creía, sino que es activo, construye y reconstruye significados, interpreta y reinterpreta.
3.1 Seriales televisivos y adolescentes
Según investigaciones realizadas en Estados Unidos, los adolescentes se involucraban como ningún otro público con los personajes y las tramas de los seriales televisivos, lo que nos permite pensar que resulta ser este tipo de programas, una influencia importante en el desarrollo del individuo. Sin ir más lejos, en Argentina podemos mencionar muchas de las producciones de Cris Morena, tales como Rebelde Way o Casi Ángeles actualmente, seriales con los que los adolescentes se identifican y siguen hasta el punto que muchos llegan a adaptar sus actividades a los horarios de su serial favorito. Generarán luego conversaciones sobre estos programas que son definidas por Barker y Andre (1996: 23) como «constitutivas de identidad, en cuanto que los jóvenes negocian a través de tales conversaciones sus entendimientos compartidos sobre cómo “continuar” en su sociedad, especialmente en lo que se refiere a las relaciones interpersonales». Son los seriales entonces utilizados para formar y clarificar ideas sobre la identidad. Sin embargo creemos que, como afirma Yolanda Montero Rivero (2006), la identificación con los sujetos de la televisión puede derivar en una pérdida de protagonismo o autonomía responsable de cada persona para ejercer su propio destino, viéndose influenciado por lo que ve en la televisión. A su vez, Medrano Samaniego y Palacios Navarro (2006) afirman que “la capacidad de influencia de la televisión no es ni tan directa, ni tan generalizada como en muchas ocasiones se prejuzga. No obstante, resulta necesario aprovechar el propio medio como instrumento de comunicación y educación de las nuevas generaciones”. Que la televisión influya positiva o negativamente, dependerá de las mediaciones más importantes de los adolescentes, pongamos, por caso, la familia.
4. Conclusiones
Llegamos a un punto final en el cual sostenemos que la televisión es un medio cada vez más importante en la socialización de normas, valores y actitudes. La televisión transmite tanto valores positivos como negativos. Pero la influencia que ejerza en el individuo no va a depender tanto del contenido del medio como del contexto en el que se recibe el mensaje. Aquí entra en juego el papel de la familia y la escuela, agentes socializadores por excelencia. Si nos referimos a la adolescencia particularmente, la cual definimos como una etapa en la que adquirimos valores y somos más vulnerables, podemos determinar que los adolescentes usan los medios para extraer opiniones acerca de la vida y también para buscar modelos con los que identificarse. Es factible que los medios cumplan un papel importante en la transmisión de valores. A su vez, llegamos a la conclusión de que es mediante la ficción que los mensajes producen cambios más profundos en el espectador –más aún en el adolescente-, lo cual podríamos atribuírselo a que estos ofrecen acciones, situaciones y sucesos sociales muy parecidos a lo que es el mundo real pero sin realmente serlo.
5. Bibliografía
Alberto Andrés, M. Televisión y socialización: Apuntes críticos desde una ecología socio-cognitiva. Cuadernos de comunicación, tecnología y sociedad, n. 38 (1994).
Arnett, J.J.(1995). . En Journal of Youth and Adolescence, 24(5).
Barker, C. y Andre, J. (1996). . En Young Nordic Journal of Youth Research, 4(4).
Ferrés, J. (1996). Televisión subliminal. Socialización mediante comunicaciones inadvertidas. Barcelona: Paidós.
Garcia Corona, D., Martin Ramos, A. I. El mundo de la televisión [en línea]. Revista Complutense de Educación, 1998, vol.9, N°2; pp 41-77.
Medrano, C., Cortés, A. y Palacios, S. Los valores personales y los valores percibidos en la televisión: un estudio con adolescentes. Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 12 (4), 2009; pp 55-66.
Medrano Samaniego, Maria Concepción; Palacios Navarro, Santiago. ¿Es tan perjudicial la televisión que ven los jóvenes y adolescentes? Revista de Psicodidáctica, Vol. 11, Núm. 2, sin mes, 2006, pp. 189-205.
Montero Rivero, Y. (2006). Televisión, valores y adolescencia. Barcelona: Gedisa.
Sánchez Noriega, J. L. (1997). Crítica de la seducción mediática. Madrid: Tecnos.
Vander Zanden, J. W. (1986). Manual de Psicología Social. Buenos Aires: Paidós.
Vicente, F. (1994). . En Aguirre, A. (ed.). Psicología de la adolescencia. Barcelona: Marcombo.