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Ensayo escrito en 2011 por Nicolás Colucci para la materia Taller Multimedia, que dicto en la carrera Gestión de Medios y Entretenimiento, de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE, 2011).
1. Introducción
“La música electrónica es uno de los numerosos desarrollos tecnológicos que han afectado profundamente a la música y a la vida musical durante el siglo XX” (Morgan 1994, 502). Actualmente, es uno de los géneros más consumidos a nivel mundial debido a su gran variedad de subgéneros, que abarcan tanto formas musicales cultas como populares. Esto ha traído grandes debates en la industria debido a que gran parte de los músicos rechaza este nuevo movimiento y no lo considera como “música”, sino como un complemento. Por lo tanto, nos dedicaremos a analizar si la misma puede ser considerada como una forma de expresión artística tal como lo indican sus realizadores.
Una primera manera de responder a esta pregunta sería argumentar que, debido a la intervención de software informáticos, la música pierde su carácter artesanal y artístico. La otra postura, en cambio, avalaría el trabajo y la opinión de los elaboradores de este género y sostendría que es una manera más de expresión artística. A continuación, presentaremos argumentos a favor y en contra de cada una de estas dos posturas.
2. La música electrónica: arte futurista
Desde el punto de vista histórico, podemos afirmar que las bases de la música electrónica se remontan al manifiesto de Ferruccio Busoni, Entwurfs einer neuen Ästhetik der Tonkunst, donde discute acerca de dominios musicales poco explorados como la música electroacústica y la microtonal, afirmando a la vez que las mismas iban a ser la música del futuro. Más tarde, en 1911, Balilla Pratella publica el Manifesto tecnico della musica futurista y establece su credo:
“Presentar el alma musical de las masas, de las grandes fábricas, de los trenes, de los cruceros transatlánticos, de los acorazados, de los automóviles y aeroplanos. Añadir a los grandes temas centrales del poema musical el dominio de la máquina y el victorioso reinado de la electricidad” (Pratella 1911).
A esto, podemos agregar la obra futurista de Filippo Tommaso Marinetti, Bombardamento di Adrianopoli, que describe de manera poética las distintas impresiones de Marinetti sobre Adrianopoli durante la Primera Guerra Mundial y transcribe los distintos sonidos que se produjeron en la misma; así como también tiene una versión grabada en la cual todo se relata de manera oral.
A partir de estos autores, podríamos afirmar que sí se trata de una forma de expresión artística, la cual comprende una estructura musical totalmente distinta a la instrumental, tal como lo afirma Ulrich Dibelius en su libro en relación con una declaración de Herbert Eimert:
“Ya ahora podemos prever que el número de obras electrónicas posibles será el mismo que el de las diferentes posibilidades que ofrece la música electrónica en general. En esto ciertamente tenía razón Eimert. Y también en exigir que la música electrónica obedeciese a unas condiciones técnicas y compositivas propias, puesto que no se trataba de transferir los patrones de la música instrumental al material electrónico sin más. Quien piense en términos de instrumentos, mejor debería seguir con ellos. Pues un estudio electrónico no es una orquesta en versión tecnificada.” (Dibelius 1966, 203).
3. La música electrónica no es arte
La música electrónica tuvo su auge en la década de los ’80, donde varios músicos comenzaron a experimentar con sintetizadores. Luego, la llegada de la tecnología MIDI (Musical Instrument Digital Interface), permitió que con el simple acto de presionar una tecla, controlar una rueda, mover un pedal o dar una orden en un microordenador, se pudieran activar todos y cada uno de los dispositivos del estudio remotamente y de forma sincronizada, respondiendo cada uno de acuerdo a las condiciones prefijadas por el compositor. Esto causó polémica en los sectores más conservadores de la música, porque, de esta manera, sostenían, se estaba perdiendo el valor artístico y cultural en favor del tecnológico. En 1983, precisamente, Miller Puckette desarrolló un software para el procesamiento gráfico de señal llamado Max, que servía como controlador de MIDI en tiempo real, haciendo que la composición algorítmica estuviera disponible para cualquier compositor que tuviera un mínimo conocimiento de programación informática. Lo curioso es que los realizadores de este nuevo género presentaban más conocimientos informáticos que musicales y, básicamente, no dominaban ningún instrumento más que su ordenador. Posteriormente, Robert P. Morgan analizó la función del ordenador en el mundo de la música:
“A diferencia de los sintetizadores electrónicos, los ordenadores no son instrumentos productores de sonido en sí mismos, pero han demostrado ser útiles en la conexión con la síntesis del sonido. La síntesis de los ordenadores trabaja sobre el principio de que las especificaciones de varios elementos de un sonido deseado pueden expresarse de forma digital; una vez que está codificado, esta información puede introducirse en el ordenador, procesarse y finalmente ser transformada mediante un convertidos digital analógico (DAC) en un sonido producido electrónicamente” (Morgan 1994, 499).
Desde esta perspectiva, podemos afirmar que no tiene un funcionamiento muy distinto al de una guitarra, ya que ésta utiliza el principio de inducción electromagnética para convertir las vibraciones de sus cuerdas de metal en señales eléctricas. Sin embargo, la guitarra eléctrica es considerada un instrumento pionero de la música contemporánea, y el ordenador no.
4. Conclusión
Tras haber analizado estos distintos aspectos, nos queda claro que, cuando de la música electrónica, estamos hablando de una forma de expresión artística. El hecho de que la misma esté generada por computadoras no quita su carácter artístico; si así lo fuese, el cine digital tampoco debería ser considerado una forma artística. Aparte de esto, la electrónica colaboró a solucionar distintas problemáticas que tenía la música y, a medida que pase el tiempo, seguirá evolucionando, presentando nuevas modificaciones y generando distintos tipos y subgéneros, tal como lo hace cualquier corriente musical. Hay que tener en cuenta, en definitiva, que el hecho de que la música electrónica avance fuertemente en las sociedades modernas no quiere decir que vaya a reemplazar a la convencional.
5. Bibliografía
MORGAN, Robert P. La música del siglo XX [en línea] W. W. Norton & Company Inc. 1991. Ediciones Akal, S. A., 1994 para lengua española. Disponible en Google Books.
BUSONI, Ferrucio. Entwurfs einer neuen Ästhetik der Tonkunst [en línea] C. Sch. & Co. Trieste 1907. Republicado en Leipzig en 1916. Disponible en: http://de.wikisource.org/wiki/Entwurf_einer_neuen_%C3%84sthetik_der_Tonkunst
PRATELLA, Balilla. Manifesto tecnico della musica futurista [en línea] 1911. Disponible en: http://www.futurismo.altervista.org/manifesti/musicistiTec.htm
MARINETTIi, Filippo Tomasso. Bombardamento di Adrianopoli. Poema extraído de Zang Tumb Tumb, 1912. Traducción de Pilar García, en Saltana.
DIBELIUS, Ulrich. La música contemporánea a partir de 1945 [en línea] Piper Verlag GMBH. München 1966. Ediciones Akal, S. A., 2004 para lengua española. Disponible en Google Books.