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Por Aldana Carretino*.
- Introducción
La sociedad se transforma con el correr de las décadas. La tecnología avanza y, con ella, los lenguajes audiovisuales se renuevan: pareciera ser cada vez menor el porcentaje de población que no forma parte de las nuevas ‘redes’.
En los últimos años, la acción de compartir contenido personal e información de interés propia en la web aumentó en gran medida. Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿la sociedad atraviesa una nueva etapa donde la mirada ajena cobra más importancia que la propia? ¿Se buscan resolver todos los problemas sociales a través de la web? Entendemos que esto se cumple en un amplio porcentaje de la población, quienes muestran su realidad tal como quisieran que fuese y se unen para “contribuir” a diferentes causas a través de la red. Y consideramos que es, en parte, la publicidad la que incentiva a los seres humanos a vivir cada vez más conectados.
- Vivir conectado
“El ser humano tiene la necesidad de compartir su vida con el Otro, aquel o aquella que está junto a nosotros y justifica nuestra existencia.” (Levis, 2007) Las TIC[1] permiten satisfacer la necesidad de las personas de relacionarse con otros sin tener contacto físico real. La necesidad de compartir, se transforma en una necesidad “virtual”. Pero he de aquí, de cuestionar si la comunicación a través de estos medios es equivalente a la comunicación cara a cara.
Desde su surgimiento, Internet ha sido protagonista de un desarrollo exponencial, dejando obsoletas varias “herramientas” del pasado. Se le atribuyen innumerables ventajas para el desarrollo de la educación, la economía, el entretenimiento, entre otras. En los últimos años, la aparición de las “Redes Sociales” lo popularizó aún más, siendo estas las que brindan el servicio más importante de Internet en la actualidad. Como sostiene Mark Dery, “[c]ada vez somos más las personas que pasamos un mayor espacio de tiempo en el ciberespacio” (1998).
Se entiende como ‘Redes Sociales’ a “[a]quellas Herramientas telemáticas de comunicación que tienen como base la Web, se organizan alrededor de perfiles personales o profesionales de los usuarios y tienen como objetivo conectar secuencialmente a los propietarios de estos a través de categorías, grupos, etiquetados personales, entre otros, ligados a su propia persona o perfil profesional” (Castañeda, L & Gutiérrez, I. 2010)[2] En consecuencia, todo lo que un individuo publica en la red está disponible para aquellas personas que formen parte de su “comunidad”, y tengan el permiso para entrar a su “perfil”. En los últimos años estas se han convertido en plataformas para todo tipo de actividad y no solo de uso personal, sino también para el comercio, la salud, marketing, etc.
Estas redes, son construidas por los propios usuarios, a partir de criterios, grupos de amistad, con distintos perfiles y privacidad. Sin embargo, su uso va transformándose. En algunos sectores de la sociedad, estas pueden utilizarse de manera diferente al resto. La búsqueda de aprobación, el sentimiento de soledad, puede llevar a los individuos a utilizar sus cuentas solo para demostrar situaciones, imágenes, sentimientos, de manera rápida y sencilla.
El anonimato y la inmediatez permiten colaborar, compartir y formar parte de una comunidad cuando uno quiere, si es que quiere, y con la personalidad preferida (César Rendueles, 2014)[3]
Se podría estar transitando una etapa en la que la mayor parte de la historia de la población queda plasmada en una base de datos: sus actividades, sus relaciones, sus gustos, entre otras. Como señala Patrice Flichy, “[s]e llega así, en las sociedades contemporáneas, a una mutación profunda de la vida privada”[4] Es decir, la vida privada no es lo que era antes, existen nuevos límites, nuevas formas de compartir lo personal o proteger los datos. Hoy en día, hay que configurar numerosas características de una cuenta para proteger la propia privacidad en la web. Se hace presente lo que, a partir del texto de Flichy se podría denominar: “mutación de la vida privada”[5], en donde esta ya no existe como tal, sino que la tecnología (y las redes sociales) la han transformado. En las familias contemporáneas se comienza a construir la identidad personal de cada miembro, dejando atrás las características de las generaciones pasadas para construir “algo nuevo”. Ya no es la sociedad la que impone los vínculos sociales, sino que el propio individuo elige sus vínculos: “[l]a familia contemporánea ya no es una institución sino una red relacional…es una red de relaciones afectivas y de solidaridad”[6] Las computadoras están revolucionando las vidas de las personas a través de las redes sociales.
Asímismo, el Sociólogo Cesar Rendueles postula en su libro Sociofobia que “las relaciones sociales clásicas se verían sustituidas por vínculos difusos y discontinuos pero aumentados, tecnológicamente aumentados”. Las personalidades de los individuos se “dividirían” para conformar una serie de identidades compartidas a través de las redes. Lo que generaría que disminuyan sus expectativas respecto al vínculo social: se podría decir que lo que se espera de las relaciones personales, ha cambiado.
Ahora bien, la privacidad de la población podría correr peligro. Una vez ingresados los datos al sistema, la información no podrá ser eliminada y cualquiera podría tener acceso a la misma: “[s]e esconden problemas vitales como la alarmante facilidad con que la intimidad puede ser violada en la era de la informática o de las desastrosas consecuencias de los errores de programación y de introducción de datos en un cultura cada vez más digitalizada” (Dery, 2006). [7]
Bajo este mismo grupo de ideas, consideremos que detrás de estas pantallas parece crearse un mundo donde cada persona es quien quiere ser. En un presente en el que la existencia de una brecha social amplia es evidente, se genera un acercamiento de clases en donde no hay diferencias: en internet nadie tiene más que nadie, las fronteras “desaparecen”, toda la sociedad está en las mismas condiciones.
Nos gusta imaginarnos como sofisticados actores en un sistema distribuido de información y comunicaciones, no como trabajadores precarios y sumisos obsesionados por las baratijas de marca [8]
Mediadas por un dispositivo técnico, las relaciones sociales parecen transformarse. Las herramientas para comunicarse de manera instantánea, dan lugar a relaciones causales, ligeras y efímeras. “Simulacro en fín, porque en ellas el Otro no se hace presente: solamente está siendo restituido por el aparato” (Koval, 2013). Las reuniones sociales, las conversaciones cara a cara se transforman en breves textos enviados a través de un celular, o en una conversación realizada a través de una pantalla.
Salvar el mundo con un “click”
En la sociedad actual, existen diferentes formas de mostrar problemas latentes que la rodean. Y es, a partir de la computadora y las redes sociales que las personas intentan accionar para colaborar. Compartiendo una foto, una publicación, un dato con toda su comunidad, buscan “contribuir” para la resolución de esos problemas. Como sostiene Cesar Randueles en su texto, “[u]no puede fantasear con la idea de que la interacción social formalmente inspirada en las redes digitales puede contribuir a superar la alienación laboral, la pobreza, la soledad o los problemas medioambientales” (2014)
Asimismo, Manuel Castells, postula en su libro Redes de indignación y esperanza[9], que
[…] las personas sólo pueden desafiar a la dominación conectando entre sí, compartiendo la indignación, sintiendo la unión y construyendo proyectos alternativos para ellas y la sociedad en su conjunto. Su conectividad depende de las redes interactivas de comunicación […]. [10]
Los movimientos sociales que se generan en la actualidad basan su funcionamiento en las redes sociales. Es decir, estas son fundamentales para movilizar, organizar, deliberar, coordinar y decidir a los miembros de los mismos, permitiéndoles intercambiar ideas, pensamientos, estando todos al mismo “nivel”. Estos movimientos, llevan la marca de su sociedad y están construidos por individuos que viven con una amplia facilidad los avances tecnológicos. Y si bien, suelen manifestarse en espacios urbanos ya sea mediante la ocupación o las manifestaciones, existen de manera continua a través de las redes.
No obstante, hay que considerar que existen estudios que determinan que el desarrollo tecnológico actual debería permitir que mucha gente viviera en mejores condiciones a las actuales.[11]
- El rol de la publicidad
La publicidad se empeña en conseguir que cada individuo sienta que su destino personal y su bienestar se desarrollan al margen del devenir de los Otros. Es hora de los productos individualizados. Las marcas, tan o más importantes que los objetos, funcionan como fatiches simbólicos en los que se depositan expectativas y deseos (Levis, 2007). [12]
Como Levis expresa en su texto “Atrapados en la red”, la publicidad actual busca generar expectativas y deseos en los miembros de la sociedad contemporánea. En consecuencia, la necesidad de consumo y la insatisfacción continua se hace presente en la vida de las personas. Sostiene Agnes Heller: “[e]n la generación actual, la satisfacción de ciertas necesidades que habían permanecido insatisfechas en las generaciones anteriores no hará que la insatisfacción disminuya o cese.” [13] Podría interpretarse que existe más preocupación por cumplir los deseos que las necesidades que no son deseos.
Buscando “las cosas buenas de la vida”[14], intentando generar en los individuos necesidades que nunca serán del todo cubiertas, la publicidad genera una mutación de su objetivo pasando de vender objetos, a vender valores. Es decir, le demuestran a la población que su realidad no es la ideal[15] para que de esta forma, lleguen a sus productos. Como sostiene en su texto “El sistema mágico”, Raymond William, “[l]a publicidad ha traspasado la frontera de la venta de productos y servicios hasta verse envuelta en la enseñanza de valores sociales y personales”[16]
Podríamos decir que se estimula a la sociedad al uso de las redes sociales a través del leguaje de las empresas para promocionar sus productos. La incentivan a “vivir conectados”, creando un mundo mágico[17] y nuevo alrededor de ella para mantenerla “activa”, fomentando que entregue y comparta información en la web[18]. Y como consecuencia, generar la necesidad de “formar parte”, de poseer la última tecnología para compartir contenidos, información y estar constantemente conectados.
Impresionar la imaginación, excitar el deseo, presentar la compra como un placer, los grandes almacenes fueron, con la publicidad[19], los principales instrumentos de la promoción del consumo a arte de vivir y a emblema de la felicidad moderna (Lipovetsky, 2006).
La publicidad ha cobrado protagonismo en los últimos años y puede encontrarse en todo momento: en la vía pública, los portales de internet, etc. generando que las personas la ‘consuman’ constantemente y en todo lugar: redes sociales, videos, correo electrónico, etc.
- Conclusión
Muchas son las oportunidades y facilidades que brindan las redes sociales en la actualidad, tanto para su uso personal como comercial. Sin embargo, la sociedad parece vivir constantemente a través de una pantalla.
Ante tanta “oferta” virtual los individuos están cada vez más conectados a la red, y por consiguiente, más ‘desconectados’ de la realidad. Es reducido el porcentaje de población que no posee una cuenta en alguna de las aplicaciones mencionadas a lo largo de este ensayo, para compartir información o contenido diariamente y le dedica gran parte de su día a mirar las pantallas.
Sin duda, son herramientas útiles para el desarrollo de la vida de los individuos, y cada vez con más facilidades, pero es hora de replantearse la forma en que se utilizan. Pensar en lo que realmente se quiere mostrar y lo que no, proteger la privacidad, reflexionar acerca del interés que se le presta a la mirada ajena antes que a la propia o la familiar. Elegir entre vivir una vida perfecta pero virtual, o una “imperfecta” pero real.
Debemos preguntarnos, por ejemplo, si haciendo ese click para compartir una publicación, imagen, etc. se contribuye con alguna causa social o si es necesaria realmente la presencia física para poder llegar a realizar algún cambio. Cuestionar de qué manera nos comprometeríamos realmente, si a través de una pantalla o siendo participe de los hechos.
Es tiempo de que la sociedad haga un uso medido de estas redes y se detenga a mirar a su alrededor. El cambio podría empezar por ahí.
* Ensayo escrito en 2012 por Brenda Melink para la materia Taller Multimedia, que dicto en la carrera Gestión de Medios y Entretenimiento, de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE, 2012).
- Bibliografía
Castañeda, L. ; Gutierrez I. “Redes sociales y otros tejidos online para conectar personas”: Capítulo 1. Universidad de Murcia (s/año) Disponible en: http://mc142.uib.es:8080/rid=1MX54C554-WJ3R5J-2WQ/Redes_sociales%20y%20otros%20tejidos%20online.pdf
Castells, Manuel. “Redes de indignación y esperanza”. Argentina: Editorial Allianza, 2012. Disponible en: http://arditiesp.files.wordpress.com/2013/01/castells_redes_indignac_2012.pdf
Cornejo M; Tapia M.L.; “Redes sociales y relaciones interpersonales en internet” Universidad Nacional de San Luis (2011) Artículo disponible en: http://fundamentos.unsl.edu.ar/pdf/articulo-24-219.pdf
Dery, Mark. 1998. “Introducción”.En: Velocidad de escape:La cibercultura en el final del siglo. Madrid: Ediciones Siruela.
Flichy, Patrice. “El individualismo conectado. Entre la técnica digital y la sociedad”.
TELOS 64 (2006) Disponible en: http://telos.fundaciontelefonica.com/telos/autorinvitadograbar.asp@idarticulo=1&rev=68.htm
Heller, Ágnes. “Sentirse satisfecho en una sociedad insatisfecha. Dos notas”. En Heller, Ágnes y Ferenc, Fehér. 1988. Políticas de la posmodernidad. Ensayos de crítica cultural. Barcelona: Península, 1989, pp. 162-197.
Koval, Santiago. 2013 “La condición humana en la era tecnocientífica: Deseos, necesidades y representaciones sociales”. Texto inédito
Lipovetsky, Gilles. 2007. “Presentación” y “La sociedad del hiperconsumo”. En: La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo. Barcelona: Anagrama.
Levis, Diego. 2009. “Atrapados en la red”. En: La pantalla ubicua. Televisores, computadoras y otras pantallas. Buenos Aires: La crujía, 2da. edición ampliada
Rendueles, César “Sociofobia”. Argentina: Editorial Capital Intelectual, 2014.
Williams, Raymond. 2004 [1960]. “El sistema mágico”. Revista Telos. Núm. 61
Notas
[1] Tecnologías de la Información y la Comunicación, término extraido del texto de Patrice Flichy, El individualismo conectado: Entre la técnica digital y la sociedad. 2006
[2] Castañeda L.; Gutierrez I. en “Redes sociales y otros tejidos online para conectar personas” (2010) Universidad de Murcia. Capítulo 1.
[3] Randueles, C. en “Sociofobia” (2014) Argentina. P. 95
[4] Flichy, Patrice. “El individualismo conectado. Entre la técnica digital y la sociedad”. TELOS 64 (2006) Disponible en: http://sociedadinformacion.fundacion.telefonica.com/telos/articuloautorinvitado.asp@idarticulo=1&rev=68.htm
[5] Comillas agregadas por la autora de este ensayo
[6] Citado en Flichy, 2006.
[7] Dery, Mark. 1998. “Introducción”, En: Velocidad de escape. La cibercultura en el final del siglo. Madrid: Ediciones Ciruela.
[8] Randueles, C. en “Sociofobia” (2014) Argentina. P. 193
[9] Castells, Manuel. “Redes de indignación y esperanza”. Argentina: Editorial Allianza, 2012.
[10] Castells, Manuel. 2012. “Redes de indignación y esperanza: Los movimientos sociales en la era de internet”. Ed. Alianza. Disponible en: http://arditiesp.files.wordpress.com/2013/01/castells_redes_indignac_2012.pdf
[11] Cursiva agregada por la autora de este ensayo
[12] Levis, Diego. 1999. La pantalla Ubicua: comunicación en la sociedad digital. Buenos Aires: Ciccus/La crujía
[13] Heller, Ágnes. “Sentirse satisfecho en una sociedad insatisfecha. Dos notas”. En Heller, Ágnes y Ferenc, Fehér. 1988. Políticas de la posmodernidad. Ensayos de crítica cultural. Barcelona: Península, 1989, pp. 162-197.
[14] Comillas agregadas por la autora de este ensayo
[15] Cursiva agregada por la autora de este ensayo
[16] Williams, Raymond. 2004 [1960]. “El sistema mágico”. Revista Telos. Núm. 61
[17] Término propuesto por Raymond Williams en su artículo: “El sistema mágico” 2004 [1960] Revista Telos. Núm 61
[18]Cornejo M; Tapia M.L.; en “Redes sociales y relaciones interpersonales en internet” Universidad Nacional de San Luis (2011) Artículo disponible en: http://fundamentos.unsl.edu.ar/pdf/articulo-24-219.pdf
[19] Negrita agregada por la autora de este ensayo.