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“Cuando entramos en un lugar desconocido, la emoción sentida es casi siempre la de una indefinible inquietud. Luego comienza el lento trabajo de domesticación de lo desconocido, y poco a poco el malestar se esfuma”.
Anne Dufourmantelle
Por Laurentz Federico Stefanini Andriessen*.
La llegada del otro, la advenida del extranjero o de lo extranjero, lo unheimlich de una realidad, nos interroga desde su lugar, desde su cercanía y hasta desde su ocupación en un espacio que creíamos nuestro, de nuestra propiedad. En una situación pandémica, que se va perpetuando, extendiendo en el tiempo, aquello (lo raro, lo radicalmente distinto) y aquellas cuestiones que eran extrañas se van asimilando, pero hay algo de lo perdido que no se quiere resignar, que se necesita recuperar de alguna forma: el contacto con el otro, con el semejante, el acercamiento físico. Pero, sin embargo, hay algo de la convivencia que se comienza a plantear de hecho en esta pandemia. Ante la imposibilidad actual de erradicar el virus, disminuir los casos de contagios, pensamos alternativas de convivencia con el mismo y con nuestros semejantes.
No es que lo invitemos, ni que lo dejemos pasar libremente. Todo lo contrario; como mencionaba en los artículos anteriores (La pandemia y la hospitalidad y La hospitalidad obligada), la tendencia es, en cuanto al abordaje general de las medidas sanitarias, aislarnos (físicamente, tomando distancia entre los cuerpos, interponiendo distintos tipos de barreras: los barbijos, por ejemplo, e implementando conductas de higiene, que van, desde la desinfección con alcohol y/o o lavandina hasta con el simple lavado de manos con agua y jabón). Mientras tanto, se espera que los científicos de los laboratorios creen una vacuna efectiva para controlar la situación que pone en riesgo a la humanidad.
Cabe destacar que este abordaje de la pandemia tiene que ver con una cosmovisión, tiene que ver con cómo entendemos la vida, cómo entendemos los modos o formas de vida.
En este sentido, estos textos que propongo son un punto de vista más para colaborar en un pensamiento, un pensamiento que aloje, que se deje interpelar por lo ajeno e incluso ¿por qué no?, que plantee posibilidades de convivencia con el virus. Como decía con Derrida: “no existe Hospitalidad” (con mayúscula), es decir, que no existe la hospitalidad incondicional o absoluta (en antinomia). Entonces, plantearnos la convivencia con el otro, con lo otro es una apuesta interesante, pero que difícilmente se pueda adentrar más en la cuestión si no nos preguntamos sobre la vida.
En lo personal, me siento muy afectado por esta pandemia: me preocupan los efectos secundarios o colaterales de las medidas sanitarias, pero aún más las causas de todo esto, que a grandes rasgos tendría que ver con los sistemas que hemos creado: de producción, de mercado, de vida…
Se entiende fácilmente (pero no lo justifico) que el otro o lo otro sea, en tendencia, sospechado de ser enemigo, temido. El temor a lo desconocido, a que lo desconocido sea peligroso y atente contra la vida, contra el yo, la persona, el individuo… Esta representación, este pensamiento se encuentra, percibo yo, muy instalado. Esta tendencia se argumenta y afirma aún más cuando las formas de convivencia (económicas y productivas) se basan en concepciones darwinistas de la evolución por medio de la selección, que plantean la lógica de la competencia (en la que sobrevive el más fuerte, el más apto). Entonces el otro es siempre una amenaza para mí, a no ser que me pueda nutrir de él.
Estás lógicas o sistemas basados en la competencia tienden, por un lado, a incentivar a alcanzar una elite productiva, a la concentración de capital, de poder en manos de unos pocos (los que entran en el podio), a costa de los que no les fue bien en la carrera o que ni pudieron anotarse, y por el otro, a tener al otro como adversario o como enemigo, lo que implica que estés o no dentro del juego.
Esto tendría que ver con reglas de hospitalidad excluyentes, segregativas, capitalistas…
La hospitalidad regenerativa invita a la pandemia, le brinda hospedaje, la interroga, la piensa y, al mismo tiempo, se interpela para sanarse.
Las etimologías de las palabras son interesantes; buscarlas tiene que ver con saber de dónde provienen, en tanto, a estructuras y significados, a historias y lugares.
La R.A.E. define tres acepciones para “hospitalidad”:
Del lat. hospitalĭtas, -ātis.
1. f. Virtud que se ejercita con peregrinos, menesterosos y desvalidos, recogiéndolos y prestán-doles la debida asistencia en sus necesidades.
2. f. Buena acogida y recibimiento que se hace a los extranjeros o visitantes.
3. f. Estancia de los enfermos en el hospital.
“Hospitalidad” es la traducción de la palabra griega fi‧lo‧xe‧ní‧a, que representa los actos amorosos y bondadosos que se tienen con los extraños y en latín hospitare, significa recibir como invitado. A su vez, host quiere decir anfitrión pero también está ligado a hostis que se refiere tanto a huésped como a enemigo.
Si se me pidiera que asocie libremente con palabras que compartan la misma raíz, rápidamente, pensaría en hospital, hospedaje, hostil, hotel.
Voy a elegir dos de aquellas, las que me resultan más significativas en este momento: hotel y hospital. ¿Qué pasa con esas dos instituciones, esas dos figuras en este contexto de pandemia? En realidad. pienso primero en los hospitales, pero voy a empezar por los hoteles.
Hoteles y Hospitales
¿Qué son los hoteles? ¿Para qué fueron creados? Evidentemente, en el mundo cuando se cerraron las fronteras y se prohibió la migración, podemos imaginar y tener conocimiento efectivo, que la mayoría de los hoteles han quedado vacíos, sin huéspedes: habitaciones y habitaciones para pasajeros vacías.
De los hoteles podemos decir que son edificios construidos con las propiedades para poder albergar personas (a veces se admiten otros animales, mascotas) por un determinado tiempo. Hay distintos tipos de hoteles y diferentes formas de clasificarlos. Hay hoteles de vacaciones, hoteles de residencia, de alojamiento, etc. Según sus servicios se suelen clasificar del 1 al 5 con estrellas. Por lo tanto, los hoteles ofrecen un lugar donde parar para el descanso, el abrigo, el ocio, etc. con diferentes comodidades y servicios (comidas, entretenimientos, salas de usos múltiples, etc.), y también, para el trabajo y la actividad sexual, por ejemplo.
Podemos ver cómo vienen los hoteles a satisfacer distintas necesidades y/o pulsiones humanas.
En este contexto, a muchos de los hoteles de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se les está dando un uso totalmente diferente. Dichos establecimientos, vaciados por las medidas tomadas por la declaración de la emergencia sanitaria, cumplen, hoy en día, una muy importante función dentro del programa nacional Detectar (desarrollado en articulación de los gobiernos de la Ciudad y Nacional). Dicho plan se lleva a cabo en los sectores sociales más vulnerables, más que nada, en las villas de la capital. (También se empezó a implementar en la provincia de Buenos Aires). En cada sede intervienen de forma particular (ya que la situación epidemiológica es distinta en cada lugar) coordinado con y por los comités de crisis auto organizados en los barrios, que supervisan y realizan seguimientos de casos y situaciones para garantizar la mejor efectividad posible en sus implementaciones.
“El Dispositivo Estratégico de Testeo para Coronavirus en Territorio de Argentina (Detectar) surgió a partir del incremento en el número de casos de COVID-19, la enfermedad respiratoria causada por el coronavirus SARS-CoV-2, en barrios vulnerables de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de los municipios bonaerenses del AMBA, cuyos habitantes presentaban distintas barreras de acceso al diagnóstico oportuno y a la posibilidad de aislamiento domiciliario[1]”, explicaron desde el Ministerio de Salud de Nación.
Los objetivos de estos operativos consisten en la detección precoz, el cuidado de los casos confirmados y el aislamiento para minimizar la transmisión del virus. También se realizan visitas casa por casa por casos relevados, que pueden ser proclives de ser COVID-19 positivo y se hacen diagnósticos diferenciales de otras posibles enfermedades con síntomas compatibles o similares. Entonces, ante la detección de síntomas o testimonios de contactos estrechos se practica el hisopado correspondiente y se traslada a la persona al hospital u hotel más cercano donde es alojada a la espera del resultado.
En consecuencia, vemos cómo, en este operativo complejo, muchos de los hoteles de la Ciudad tienen una nueva función, sanitaria de aislamiento y prevención, en la cuarentena.
Cabe resaltar, ya que he acompañado (telefónicamente) a algunas personas en ese proceso de detección y aislamiento, que es una experiencia muy movilizante y que acarrea bastante sufrimiento (más allá de los síntomas del propio virus) en la esfera psíquica. Y por eso, el acompañamiento, en este procedimiento es muy importante. Es muy importante la presencia de un otro que acompañe a la persona que está viviendo una situación completamente novedosa, extraña, que la aleja de sus vínculos significativos, de manera obligatoria, con mucha incertidumbre, imposibilidad para poder elegir… en fin, son muchos aspectos que hacen de esto una experiencia difícil de transitar mentalmente, emocionalmente.
Por un lado, los hoteles se quedaron vacíos o fueron utilizados para fines sanitarios y, por el otro, los hospitales están en constante amenaza de saturación.
Dentro del sistema sanitario, entendido como la integralidad de todas aquellos efectores de salud, el hospital cumple un papel indispensable para la atención de los casos más graves determinados por el contagio del coronavirus. Como todos sabemos, el agravamiento de la enfermedad (gripe) producida por el virus trae complicaciones respiratorias, entre otras, que demandan cuidados intensivos y respiradores artificiales para el tratamiento de eses pacientes.
No solamente el sistema de salud puede saturarse en esa área de atención sino en todas sus órbitas, ya que les profesionales de la salud están expuestes al contagio. En muchos casos, no cuentan con los recursos necesarios de cuidados y prevención. Cuando se infectan, son servicios enteros (bloques de trabajadores) que deben entrar en aislamiento. Además, hay muches trabajadores con licencia porque ser personas de riesgo. Todos estos motivos influyen en conjunto para complicar la situación, ya que la capacidad de atención también se ve disminuida. Entonces, faltan o pueden faltar personal profesional, de maestranza y de todes les trabajadores que sostienen los dispositivos de atención y asistencia médica, camas de terapia intensiva y oxígeno.
Por eso, sostienen les expertes que las medidas de prevención para controlar la propagación del virus tienen como fin evitar llegar a las situaciones de tener que decidir quién vive y quién muere.
Cuarta herida narcisista de la humanidad: Diagnóstico. Etiología de la pandemia. Tratamiento. Hospitalidad regenerativa.
¿Qué está pasando? ¿Cómo seguimos? ¿Dejaremos que ésta sea una cuarta herida narcisista para la humanidad?
“El psicoanálisis es la última en cuanto a fecha de las graves humillaciones que el narcisismo, el amor propio del hombre en general, ha recibido hasta el presente de la investigación científica. Existió ante todo la humillación cosmológica que le infligió Copérnico, destruyendo la ilusión narcisista según la cual el habitáculo del hombre estaría en reposo en el centro de las cosas; luego fue la humillación biológica, cuando Darwin puso fin a la pretensión del hombre de hallarse escindido del reino animal. Finalmente vino la humillación psicológica: el hombre que sabía que ya no es ni el señor del cosmos, ni el señor de los seres vivos, descubre que no es ni siquiera el señor de su psiquis.”
Sigmund Freud.
Si llegamos a esta situación es por algo. Tendríamos que preguntarnos cómo llegamos a esto. Cuáles fueron los mecanismos por los que se generan estas pandemias de origen zoonótico. Considero bastante hipócrita creer que de golpe hay una intención de salvar vidas, de preservar la dignidad humana, cuando coexistimos con muchísimas otras realidades más o menos penosas, a las que no se les destinan los recursos para remediarlas.
Me parece que hay una dirección directa entre cómo se plantea o se define una situación problemática y cómo se la aborda o resuelve. Pretendo criticar, impulsar a que nos interroguemos acerca de las condiciones que determinan todo este escenario. Y desde allí pensar y actuar en consecuencia. Porque el riesgo es atravesar esta situación sin dejarnos interpelar y negar que estamos generando las condiciones para la autodestrucción, aniquilación que comienza por lo general por les más débiles o menos aptos a los sistemas o formas de vida que nosotres mismes como humanidad hemos creado.
Una perspectiva de vida posible, que plantea una lógica diferente a la darwiniana es la que se propone desde una convivencia cooperativa, solidaria, generativa (productiva) en la que les seres humanos somos apenas una especie de ser vivo más junto a los seres de los otros “reinos” en convivencia. Si lográsemos realizar ese o un otro cambio de cosmovisión, muy probablemente, abordaríamos la situación de otras maneras y/o se destinarían intervenciones a trasformar las realidades que generan las condiciones para que se genere la pandemia por coronavirus en este caso, pero también otras tantas situaciones graves y aberrantes.
La despedida abre interrogantes
Une puede pensar la experiencia de la hospitalidad en tres tiempos: Un tiempo previo a la estadía que tiene que ver con lo que en algunos ámbitos se entiende por “proceso de admisión”, el tiempo de la hospitalidad propiamente dicha con sus leyes y derechos y uno tercero, que se refiere a la “despedida”, se podría decir.
La experiencia, lo que se sabe, en hospitalidad, suele estar más centrada en los “procesos de admisión”, “requisitos para entrar” y los derechos de les alojades y las reglas de convivencia, que en esta etapa de despedida, de cierre o de final.
No sé si es una simple casualidad la curiosa similitud que encuentro en esto y la experiencia misma de escritura en estos tres artículos que escribo en este contexto de cuarentena. Pareciera ser que ya tenía el pretexto, los conocimientos e ideas para escribirlos sin dificultades. Estos tres textos pensados con la hospitalidad los escribí, de manera bastante fluida, los primeros dos tercios de cada uno y, cuando ya me encontraba como para ir haciendo las conclusiones de los mismos, me costó un poco, encontrarle la vuelta.
En esta conclusión, se me ocurrió proponerla en estos tres tiempos, siendo el último, este último, el que vuelve a abrir interrogantes:
- ¿Cómo será la vuelta a la normalidad? ¿Cómo era la vida en eso que creíamos normal?
- ¿Qué perdimos en esta situación? Y acá aparece la cuestión del duelo que da para indagar.
- ¿Qué vamos a recuperar? ¿Cómo vamos a recuperar nuestras vidas? ¿Cómo será? ¿Quedará algo propio del estado de excepción en lo que recuperemos o en lo que sea aquello a lo que arribemos después de haber atravesado esta situación?
- ¿Volveremos para atrás? ¿Cuándo se termina?
- ¿Qué magnitud tendrán las consecuencias?
La hospitalidad es amigable cuando deja abierta sus puertas para una nueva advenida, nuevas preguntas, nueves invitades, nuevos debates, nuevas ideas, paradigmas, convivencias, métodos de producción, de sanación…
[1] http://www.comuna8.com.ar/comienza-el-detectar-en-complejo-habitacional-de-soldati/
Sobre el autor
Laurentz Federico Stefanini Andriessen
Nacido en Brasil el 5 de junio de 1981. Llega a establecerse en Argentina en 1987 porque sus xadres se mudaron al país. Padre de dos hijes, Frida y Caetano. Tiene una formación (académica e informal) en humanismo, trabajos sociales, comunitarios y clínicos (en sus aspectos psicológicos) que aplica y se retroalimenta con sus trabajos. A partir de su inicio en el mundo del trabajo hasta la fecha se dedicó a trabajar por ese deseo que lo habita que tiene que ver con causas de injusticias sociales. Actualmente, trabaja en un dispositivo territorial del Gobierno de la Ciudad para el abordaje asistencial y comunitario de los consumos problemáticos de sustancias psicoactivas en el CeSAC 24 de Villa Soldati y en Casa Pueblo, una casa de atención y acompañamiento comunitario con perspectiva de géneros financiado por Sedronar, también, en la misma zona de vulnerabilidad social. Pero también ha pasado por la experiencia laboral con otras minorías como lo son las personas con patologías mentales severas en el Hospital Infanto juvenil Carolina Tobar García y también con personas adultas de manera particular, con niños, niñas y adolescentes con problemáticas de consumos y, ahora, especialmente, con mujeres y disidencias en contexto de vulnerabilidad social. Se encuentra en su horizonte trabajar con los pueblos originarios y lxs extranjeros. Otro aspecto personal que pretende desarrollar con más fuerza es la potencialidad creativa y artística.